domingo, 20 de abril de 2008

La Democracia

Hemos llegado a un momento de reflexión propia y personal. El tema que nos conviene como punto de partida problemático es la Democracia (¿Por qué en mayúsculas? No lo se. Se tipió sólo. No fue mi voluntad. ¿O sí? ¿Cómo podría uno saber? ¡Deja de acecharme maldito Echeverría!). Dejar de lado las opiniones ajenas será el primer preámbulo a realizar. Partamos desde cero, desde nada, desde lo que sería nuestro examen más original y profundo. Pero con la originalidad no se juega. Y si la acción propuesta es utópica e imposible. Aunque sea intentemos, por lo menos, eliminar la mayor cantidad posible de referencias ajenas. Caminemos con preucación en este asunto. No sea cosa de perder las definiciones y la semántica y pensar que la Democracia es un animal cuadrúpedo, un tipo de golosina, o, lo que sería peor, un instrumento de control de masas. Bueno, mejor quedémosnos con las opiniones ajenas. Será un mal necesario. Si el momento lo exige, citaremos, plagiaremos y repetiremos, sin escrúpulos, al mejor estilo académico. Pero como dicen en otros círculos más refinaros: “interpretaremos”.

Curioso y no trivial es que el tópico en cuestión no haya sido elegido por el autor. Una acción violenta y de índole coercitiva obliga al razonador (que bien parado nos dejo a usted y a mí) o interlocutor (sería tal vez más humilde) a dar respuestas rápidas. Y aquí me gustaría ver qué hará. No tendrá el tiempo necesario para correr a su enorme biblioteca inútil, a buscar un diccionario y, sin aliento, buscar la “D” en la parte superior de la página. ¡Qué no se le cruce por la cabeza soltar los costados de estas hojas! Yo le seré de guía en este camino oscuro. Necesario es elaborar, en poco tiempo, un sistema articulado que no tenga contradicciones. Por ahora, preocupémosnos por las superficiales, que son las primeras que los giles objetan. En simples palabras me refiero a la formación de un juicio (opinión) del asunto. Comenzamos nada más teniendo una masa deforme e inconsistente en nuestra cabeza sobre lo que es la democracia (Upa, ahora salió en minúscula.). Esa masa se encuentra más cerca de nuestro aspecto sentimental que del discursivo. La dificultad máxima de este pequeño ensayo será hacer el tránsito desde un polo hacía el otro. Un simple saltito, tal como hacen los niños jugando a saltar la cuera, no será suficiente.

Como usted ya se abra dado cuenta, no me animo a empezar el tema. Empieza a dudar de que tenga algo concreto para exponer. Le estoy dando vueltas como si estuviera en una calesita. Lo que pasa es que usted se ve tan alegre en esa maquina circular. Miré como le brilla los ojos cuando extiendo mi brazo con una sortija en la punta de mis dedos. La democracia ya casi está a su alcance. En esta vuelta podrá agarrarla y apreciarla entre sus manos. Por fin sabrá qué hacer con ella. En una charla de bar, dará un maravilloso discurso sobre ese concepto tan extraño y, hasta a veces, hostil. Pero usted se esta olvidando lo más importante, mi querido amigo o amiga; esa sortija sólo sirve para dar unas cuantas vueltas más. Lamento que se desilusione, pero es así. Yo no tengo la verdad final. Un rodeo circular es lo único que puedo ofrecerle. A pesar de todo, no me va a negar que le saque una sonrisa en el transcurso. Basta. La advertencia ya está dicha. Vayamos al meollo del asunto,

¿Por dónde debemos empezar? Que tal si arrancamos por una análisis etimológico de la palabra. Demo-cracia (Acá hago trampa porque la palabra empieza una oración y, necesariamente, va con mayúsculas. Viva la gramática.). Es una palabra eminentemente griega, como se puede ver a primera vista. Si pudiéramos hacer un examen profundo letra por letra, y agregando unas pocas extras, llegaríamos a componer los poemas de Homero completos y algún que otro discurso de Pericles. Pero no tenemos el tiempo necesario para eso. Cuando nos demos cuenta, ya sería de noche y tendríamos que ir a dormir a nuestras cómodas camas liberales. Conformémosnos con una introducción breve del significado de la palabra. Los pasos a seguir son estos: Agarre la democracia. No espere, La palabra le estoy diciendo y no su referente real (¿Qué será eso, no?). Estírela y pártala a la mitad como si fuera un sándwich de jamón y queso. ¿Qué es lo que conseguimos? Un demos y una cracia. Ellos son dos animales separados ahora. Corren a esconderse lo más rápido que puede. Atrápelos al vuelo y no los suelte. Empecemos por el primero. El término griego demos, como bien saben la gente de la Matanza, significa pueblo. Pero ellos se equivocan y aún así viven sus vidas como si no pasara nada. Los pueblos, como los concebimos ahora, no existían en la Grecia clásica. Usted verá que “demos” era una organización política y, especialmente geográfica, en donde se agrupaban eso muchachos amantes de la filosofía. Eran mini-naciones que se organizaban de forma autónoma. Se da cuenta que los de la Matanza estaban equivocados al final. Pero hagamos una excepción en este ensayo. Este error puede sernos beneficioso para nuestros fines. Tomaremos este sentido más fecundo, usado en el sur-oeste de Buenos Aires. No por nada lo conservan en esos prados. Juntemos el significado de pueblo con el de cracia, que para no aburrir al lector con conflictos regionales y semánticos abrazaremos el uso lingüístico que se utiliza en Lanús: “Gobierno de”. Finalmente, si usted todavía conserva fuerza para unir las fetas de jamón y queso con las dos mitades del pan, obtendrá el gobierno del pueblo. Pero, ¿Qué barbaridad es esto? ¿Qué monstruo hemos engendrado? ¿Puede usted imaginárselo? Yo por ahora sólo puedo contemplar algo atroz: Un censo enorme de todos los habitantes (pongámosle 100.000 personas) de la región. Un puesto de monarca absoluto que controla los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, todo junto. El cargo es suplantado periódicamente por los habitantes del lugar en orden alfabético y descendente según el censo.

Ya veo la indignación de de mucha gente con este sistema. Especialmente de la familia Zabala que, en promedio, podemos decir que espera unos 280 años para asumir el poder por un sólo día. ¡Por dios!, que larga y ansiosa espera. Sin embargo, también hay otras protestas. La gente está cansada de que después de hacer una gran obra para su país, venga el siguiente de la lista y arruine toda su realización. ¿Existirá el progreso de esa manera?¿Usted qué cree mi amigo lector? Como siempre no tiene palabras para contestarme. Me deja sólo en este enredo y termino haciendo un monólogo de payaso. No importa. Yo sólo me la banco. Que traigan aquí todas las democracias que se juntan en esas alegres reuniones de la ONU. Yo mismo le enseñaré a gobernar bien un país.

Al día siguiente.

Por razón de una charla reciente que tuve con un estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras esta mañana, mi consideración sobre la democracia ha cambiado. Al parecer, en estos tiempos actuales, la democracia se sirve de instrumentos, que más bien son conceptos, como la representación, la asociación, también algo así como la fraternidad y que se yo. De modo que nuestro análisis anterior es erróneo. Desechémoslo como si fuera una carilina usada. Aunque todas nuestras conclusiones sean falsas. Siempre tendremos, mi querido lector, un punto firme, indiscutible, un axioma supremo para cualquier deducción posterior, apodíctico y a priori que nunca nos abandonara. Digámoslo todos juntos: Nous aimons la démocratie.


A el C.L.F.A.

Por su consolidación y futuro desarrollo.

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